La decisión del Ministerio de Cultura ha sido bastante "años 60", si esos años en los que si se veía más de lo que tocaba ¡ZAS! CENSURADO... sólo les falta volver a poner el NODO antes de ver las películas y contarnos las buenas hazañas de la SGAE, que si les roban dinero a los padres de Juanma por un concierto benéfico, que si se cuelan en una boda y denuncian que no habían pagado los derechos por la música que pusieron... bueno ya sabéis, lo típico.
Yo no tenía en mente ir a ver esta película al cine, porque si no me gasté 6€ en ver Ágora (y eso que mi profesora de Filosofía me obligaba), menos en ver Saw, pero como mis amigos me dijesen "vamos al cine a ver Saw" igual hubiera ido. Ahora, en cambio, si me dicen eso sacaré mi equipo de forense de C.S.I, o lo que es lo mismo: guantes de látex, mono antibacteriológico y mascarilla. Porque si las butacas de un cine normal pueden estar pegajosas por las palomitas o la Coca-cola, las de un cine porno... ejem, ejem... aunque pensándolo bien, las de un cine normal también pueden tener todo ese tipo de líquidos humanos, sobretodo en las últimas filas, esas donde se sientan los adolescentes vírgenes -y no tan vírgenes- a no ver la película o lo que es lo mismo, a ñaca ñaca la cigala; cosa que jamás entenderé eso de ir al cine para tener sexo o peor todavía a besarse, que con lo caro que está el cine ¡eso sólo lo puede hacer Carmen Lomana!
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