19.4.10

This is my Confession.

Recuerdo perfectamente que cuando iba a cuarto de Primaria, la clase estaba presidida por un crucifijo, mi colegio no era religioso, nosotros no habíamos decidido tener ese potente símbolo del Cristianismo por encima de nuestras cabezas, coronando la pizarra, sin embargo allí estaba, llegando a hacerse invisible después de tanto tiempo ante nuestros ojos, perdiendo todo su significado. Desde luego, no tengo en mente ningún momento en el que realizara la más mínima crítica hacia ese crucifijo, supongo que sería resultado de la edad.
En un instituto de Pozuelo de Alarcón (Madrid) están haciendo esta semana gala de lo que conocemos como tolerancia. Najwa Malha, de nacionalidad española y origen marroquí, llevaba el hiyab o pañuelo islámico, sus profesores y el consejo escolar han decidido vetar su asistencia a clase. Y Najwa pasa las seis horas lectivas en una sala de visitas que tiene que abandonar cuando hay alguna visita.
Confieso que cuando leía la noticia sentía una profunda tristeza por la chica que está perdiendo clase y una gran vergüenza ajena por la actitud del Instituto y del Consejo Escolar. Éstos últimos, alegan que incumple el Reglamento de Régimen Interno del Centro por llevar la cabeza cubierta, pero yo no me lo creo, ni acepto ese artículo del RI. Bien distinto es el chulito de turno que lleva una gorra en la cabeza y no se digna a quitársela de la chica que por decisión propia -ya que su padre se oponía- lleva la cabeza tapada o de la persona que lleva un pañuelo porque está sometiendose a un tratamiento de quimioterapia.
No comparto la ideología, para mí, misógina del Islam, pero también es misógino el Cristianismo y lo respeto. Para mí esta medida discriminatoria contra la niña se basa en el simbolo religioso y cultural que es el pañuelo. Pero... ¿acaso no llevan muchos estudiantes crucifijos colgados en el cuello?

3 comentarios:

Andylonso dijo...

Hola Héctor!. Cuánto tiempo sin noticias tuyas.

En España gustan mucho decir que somos muy tolerantes, pero de tolerancia, cero patatero. Yo pasé de ser muy creyente a no creer nada. Tengo mi idea, muy personal, sobre jesús, pero en el resto no creo nada; aún así respeto a todo el mundo.

Al igual que tú detesto el Islam, porque atenta contra todo tipo de dignidad en la mujer, y por ese fanatismo religioso que los lleva a inmolar a niños y mujeres. Pero respeto a quienes consideran que es un acto de fé llevar ese pañuelo.

Igual que respeto, aunque no comparto otras muchas ideologías que existen.
Creo que la tolerancia está en eso, en que en una clase pueda entrar un chico con un crucifijo al cuello, una niña con pañuelo, un niño con bonete o como les dé la gana. Todo es respetable mientras no atente contra nosotros o nuestros semejantes.

La enseñanza en España, hoy día, da asco. No sé que será de nuestros niños mañana , porque cada vez que intentan arreglar algo, lo estropean más.

En fin. Son los chicos de hoy, como tú, con tu mentalidad valiente y madura, los que podéis hacer algo por cambiar las cosas en el futuro.

Sigue luchando y manifestándote contra estas injusticias.

Un beso

Héctor dijo...

ANDY! Yo respeto absolutamente la libertad religiosa de cada persona, aunque como tu dices, obviamente hay aspectos realmente disparatados como el tremendo fanatismo. Pero yo creo, que son las cruzadas cristianas del s. XXI. Si te fijas se repiten muchas situaciones que nuestra cultura vivió hace tiempo, hace mucho mucho tiempo, pero con una diferencia, el gran avance tecnológico.

Pero lo que es absolutamente inadmitible es que marginen y aparten a la chica y le impidan asistir a clase, en las noticias acaban de decir que está recibiendo asistencia médica (psicólogos). ¿Hay derecho a eso?

Un beso.

Andylonso dijo...

No realmente no hay derecho. Por eso te digo que la enseñanza española da asco
Esa chica debería tener la libertad de escoger si se pone el pañuelo o no.
Recuerdo que en Derecho siempre nos decían que la libertad de unos llega hasta donde empieza la del otro. Así que lo que está claro es que en ese colegió están cohartando su libertad de elección.
Es una auténtica vergüenza.