13.11.13

Democracia sin zapatos

-¿Usted tiene miedo?
-¿A quién, a usted?
-No, a perderlo todo, como millones de familias, y a que un día la gente se harte.
   Este breve diálogo que les traigo bien podría ser parte un interrogatorio de algún thriller policíaco. Pero no. Podría ser, también, parte de una gran entrevista realizada en una televisión pública a cualquier gobernante. Pero tampoco lo es, recuerden que aquí las públicas están para hacer propaganda del partido, y cuando no sirven, mejor cerrarlas. Que se lo cuenten a la plantilla de Canal 9. El caso, que me pierdo, es que este diálogo es parte del enfrentamiento que mantuvieron el diputado de la CUP (Candidatura de Unidad Popular) David Fernández, y el ex ministro, ex candidato a la presidencia del Gobierno, ex director general del FMI y ex presidente de Bankia, entre otros tantos ex, Rodrigo Rato, en las Cortes catalanas. Lo mejor, para entenderlo todo, será comenzar por el principio. Allá vamos, a la mismísima comisión de investigación sobre las cajas en la que se produjo el dichoso encontronazo.
   Después de su intervención –tediosa, supongo, como la mayoría de intervenciones de cualquier diputado, los que lo hemos vivido lo sabemos- el miembro de la CUP,  David Fernández, agarró una de sus sandalias y la expuso ante la vista de Rato. Ambos impasibles en mitad de semejante escena, poco común en los Parlamentos del país. ¿Sabe lo que hacen en Irak con esto, como símbolo de humillación y desprecio al poder del poder? –preguntaba Fernández a Rato, sandalia en mano. Acto seguido volvía a preguntar: ¿Usted tiene miedo? El resto ya lo saben, lo han visto y leído, ha copado los informativos y las ediciones digitales de cualquier medio que se precie, encabeza este artículo. El resto, en definitiva, es más de lo mismo. Y a eso vamos. A lo de siempre, a la indignación, al bochorno. Al cabreo.
  ¿Usted tiene miedo?, la pregunta de Fernández no despeina a Rato. Le acelera discretamente la respiración, al menos eso parece en el vídeo, pero poco más. Rodrigo es un tipo curtido en batallas, y miedo, lo que se dice miedo, no debe tener. De hecho, yo me imagino a Rato pensando en ese momento ¿Miedo? ¿A ti, a los tuyos? ¿Miedo yo, que he sido ministro de Aznar, que he visto ese bigote en todo tipo de circunstancias?
   Miedo, lo que se dice miedo, no parece tener. Ni él, ni nadie de los suyos. Amiguitos del alma todos, aunque no se conozcan. Porque el faranduleo y el poder, en estos tiempos, se mantienen muy unidos. Todos a una, como en Fuenteovejuna, pero al revés que en la historia. Parecía que en cualquier momento esto iba a explotar, que la tortilla se iba a dar la vuelta, que los de bajo iban a poder a los de arriba… bla bla bla. Ya saben esta historia también, ¿verdad? Explotar, aquí no explota nada; la tortilla no cambia de posición por nada del mundo, y los de bajo se abrasan en un Infierno que les corresponde a los de arriba. ¿Miedo? En realidad algo de miedo si tienen, y eso lo explica todo. Tienen miedo a perder su poder, sus pertenencias, su posición, por eso endurecen leyes, saquean las arcas públicas sin cesar, dejan a personas en la puta calle y no les tiembla la mano. Alguno se pasa de la raya y lo paga, Bárcenas es un buen ejemplo, aunque ya veremos por cuánto tiempo. Hay quienes tienen carta blanca, ¿verdad Cristina? Los hay con suerte, o con buenas amistades en los juzgados, pregúntenle a Camps. Y me callo, que al final el que acaba entre rejas soy yo, que no tengo ni millones de euros en Suiza para pagar fianzas, ni amigos en el juzgado, ni sangre azul.
   Volvamos al Parlamento catalán. Fernández levanta la sandalia, sin mayor intención que atraer la atención de Rato y los medios, lo consigue. Hasta EL PAÍS, en su editorial de hoy (Matonismo, 13/11/13) pone en vereda al diputado de la CUP por sacarse la zapatilla, recordando a aquella famosa rueda de prensa iraquí de Bush en la que un periodista le lanzó su calzado.  Fernández trató de hacer una llamada de atención, y hasta los progresistas le azotan dialécticamente en pro de la decencia y las formas. Paradójico, ¿verdad? A Fernández no le faltaba razón, si estamos donde estamos –hundidos en la mierda, para quienes tengan algún tipo de duda- es por gángsters como Rato. Y por gilipollas como nosotros, que no somos capaces ni de levantar una sandalia, por si nos riñen. Cierto, quizá no sea la mejor imagen para un Parlamento, pero les habla un valenciano que tiene a once –sí, sí, ONCE- diputados imputados en el suyo, así que prefiero representantes que apoyan al pueblo intentando mantener al poder bajo control, que a ladrones que dicen que nos representan. Pues miren, no, representaran a la banca, pero a los ciudadanos no.
   Nos indigna que un diputado se saque el zapato para reprender a uno de los verdugos de este país, pero no hacemos nada contra los saqueadores que ocupan escaños y puestos de relevancia. Así nos pasa, ni avanzamos ni lo haremos nunca. No, al menos, mientras nuestra Democracia camine descalza entre tanta mala hierba por quemar.

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