10.3.13

Los amantes pasajeros


  ¿Qué haríais si volaseis en la primera clase de un avión que podría estrellarse? Pedro Almodóvar plantea una alternativa a los gritos y el caos: la desinhibición. En Los Amantes Pasajeros encontramos una clase turista narcotizada por la tripulación y ajena al problema que afecta al vuelo de la compañía aérea Península. Mientras, en la primera clase, los pasajeros son informados por un sincero azafato de lo que sucede en el vuelo. Ahí comienza el juego de Almodóvar, que convierte el film en una metáfora de la realidad elevada a miles de metros de altura. La crítica implícita se desarrolla con una sutileza y una puntería exquisita. El director manchego se ha propuesto narcotizarnos a los espectadores también, hacer que olvidemos nuestras penas y nos dediquemos a reír en cuerpo y alma. Y lo ha conseguido. A pesar de las referencias continuas a la realidad que afecta al país, cuando comience la película no podréis hacer más que reír.
  El extenso repertorio de actores y actrices elegidos, que va desde Penélope Cruz hasta Pepa Charro, pasando por Antonio Banderas, Cecilia Roth, Lola Dueñas, Hugo Silva y Guillermo Toledo, entre otros muchos, convierte un vuelo con inspiraciones ochenteras en una comedia liviana y sencilla. Los Amantes Pasajeros es una película que, quienes hayan visto la filmografía de Almodóvar creerán haber visto antes porque en ella Almodóvar hace un homenaje a sus inicios. Gracias a los guiños, la estética, y las situaciones, los incondicionales de Pedro sentirán que ésta es la película que necesitaban, un oasis en mitad de un desierto, en definitiva, una vuelta atrás del director que se agradece. Los Amantes Pasajeros es un regalo de Almodóvar a quienes le siguen que incluye un elenco de grandes actores y actrices, un primer plano de Miguel Ángel Silvestre en su faceta más dura, y un singular trío de azafatos interpretado por Javier Cámara, Carlos Areces y Raúl Arévalo, que protagonizan los mejores momentos de la película.
  Los Amantes Pasajeros es una comedia sin ambición de convertirse en nada más, que consigue hacer reír en un momento en el que eso ya es todo un éxito. Cuando termine tendréis ganas de que vuelva a empezar, porque la realidad acecha. Si alguna vez viviésemos una situación parecida, el avión de Almodóvar sería en el que querríamos estar. En primera clase, eso sí. 

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